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06 octubre 2020

Gestión de color para tod@s (II)

 

En el primer artículo de esta serie hemos visto los fundamentos más básicos de la gestión de color en fotografía. En este segundo artículo os explicaré cómo configurar lo mejor posible la gestión de color, enfocándolo a la situación más habitual en la mayoría de nosotros, los aficionados: la no disponibilidad de equipos de calibración y perfilado exactos de cámaras, monitores e impresoras, tales como colorímetros o espectrofotómetros. Para esto aprovecharemos el software de calibración visual del monitor que acompaña al sistema operativo del ordenador, los perfiles de cámara DCP de Adobe Camera Raw y otros programas, así como los perfiles de color ICC estándar de los drivers de los dispositivos. De este modo, aunque obtendremos un flujo de trabajo algo menos preciso, los resultados serán ampliamente satisfactorios para la mayoría de propósitos prácticos. Finalmente, comentaremos las opciones para impresión de alta calidad con impresoras fotográficas, y cómo se utiliza cada una desde Adobe Photoshop.

 

Pongámoslo todo en práctica: cómo configurar la gestión de color

 

Calibración visual del monitor

Lo primero que debemos hacer es calibrar visualmente el monitor. La calibración de un monitor consiste en el ajuste de varios parámetros:

  • Punto de negro: Se ajusta con el control de brillo del monitor, de manera que una región de la pantalla que recibe valores digitales para el color negro (R=0, G=0, B=0) muestre realmente un negro denso. Para ajustarlo se usan cartas de ajuste visual del punto negro.
  • Contraste del monitor
  • Gamma: es un número que caracteriza la relación entre los valores digitales que recibe el monitor y el brillo (luminancia) producido en los píxeles. Para ajustarlo se usan cartas de ajuste visual de gamma. El valor de gamma está normalmente alrededor de 2.2.
  • Temperatura de color o punto blanco: es la temperatura de color del color blanco en pantalla. Normalmente la ajustaremos a 6500 K, que es la temperatura aproximada de la luz solar diurna (el llamado iluminante D65), o si el monitor no lo permite, la dejaremos a la temperatura de color nativa (por omisión).

Antes de calibrar un monitor, conviene tenerlo encendido 30 minutos para que se estabilice la imagen (sí, no sólo los antiguos monitores con tubo de imagen, también los monitores modernos LCD y LED). También es conveniente calibrar el monitor en un entorno con una luz tenue, no directa y, en la medida de lo posible, sin tintes de color, como el tinte verdoso de la luz fluorescente. (Idealmente debería ser una fuente de luz estandarizada de unos 5000 K). La resolución de pantalla deberá ser la nativa (la máxima que admita el monitor).

Los sistemas operativos de ordenador actuales, como Microsoft Windows o Apple MacOS, ofrecen un programa de ayuda o asistente de calibración. Os pongo el ejemplo de cómo se calibra visualmente un monitor en Windows 10.

  1. Ajustamos inicialmente el contraste del monitor a su valor por omisión.
  2. Ajustamos la temperatura de color del monitor a 6500 K, o bien a la temperatura de color nativa (por omisión), usando los controles de ajuste del menú del propio monitor. Consultad el manual del monitor si es necesario.
  3. Ejecutamos el asistente de calibración de Windows (Display Color Calibration Tool):
  • Ejecutamos el Panel de Control y seleccionamos sucesivamente Hardware y sonidoPantallaCalibrar color.
  • O bien, en el cuadro de búsqueda de Windows 10, escribimos Calibrar color, y ejecutamos la aplicación que se muestra, “Calibrar color de la pantalla”.
  • O bien, seleccionamos InicioEjecutar… , escribimos el comando “dccw” y pulsamos Intro.
  • Seguimos cuidadosamente los pasos del asistente.

Aquí podéis ver los pasos más importantes del asistente de Windows 10 para la calibración visual del monitor:

 

Arranque del asistente

 


Ajuste de gamma

 

Ajuste de brillo (punto negro)

 

Ajuste de contraste

 

Ajuste de balance de color

 

Comprobación final de la calibración

 

Para un ajuste más preciso de gamma, podéis recurrir a esta herramienta gratuita, que genera una configuración de calibración para Windows 7 o superior y la instala automáticamente.

 

Configuración de la gestión de color de los programas de edición

Una vez calibrado visualmente nuestro monitor, es el momento de configurar la gestión de color de nuestro programa de edición favorito. Los ajustes de la configuración de gestión de color que os encontraréis varían de unos programas de edición a otros, pero se parecen bastante. A continuación os detallo las elecciones más razonables para los ajustes más importantes:

 

Número de bits por canal de color:

Si el software ofrece esta elección (8 o 16 bits), seleccionad siempre procesamiento con 16 bits.

Espacio de color de trabajo:

Seleccionad el espacio de color de trabajo, normalmente AdobeRGB o Kodak ProPhotoRGB.

Perfil CMYK:

Sólo utilizaremos el perfil CMYK si vamos a imprimir en una imprenta, o en una impresora que acepte datos en un espacio de color CMYK. Si no es nuestro caso, porque vamos a imprimir en impresoras domésticas, incluyendo las impresoras fotográficas (que aceptan datos RGB y los convierten internamente), normalmente podemos ignorarlo o dejar el valor por omisión.

Si quisiéramos imprimir en una imprenta con alta calidad (por ejemplo, para que nuestra imagen se imprima en una revista o folleto), necesitaremos convertir la imagen o el documento a un espacio de color CMYK, ya que sus impresoras offset funcionan con datos CMYK. Para la conversión a CMYK se necesitará un perfil de color CMYK. Aunque sería posible que la imprenta generase un perfil de color para cada una de las combinaciones de la multitud de máquinas, tintas y tipos de papel que ofrecen, los cientos de perfiles resultantes llegarían a ser inmanejables, por lo que un mejor enfoque es que la imprenta se ajuste a un estándar único, estricto y controlado en lugar de perfilar individualmente. De esta manera, los resultados serán uniformes en cualquier imprenta que se ajuste al estándar. Europa, los Estados Unidos y Japón, por ejemplo, tienen cada uno su conjunto de estándares para impresión. En el caso europeo, el grupo de expertos ECI (European Color Initiative) se encarga de promover el procesado de datos de color independiente del dispositivo. ECI publica una serie de perfiles CMYK estándar para la industria europea de impresión. Existen perfiles estándar para máquinas offset, máquinas de huecograbado, rotativas de prensa, etc.

Seleccionaríamos aquí, por lo tanto, el perfil estándar que utilice la imprenta a donde enviemos nuestro trabajo de impresión. Para generar el archivo imprimible, convertiremos nuestra imagen o documento a CMYK. Este proceso utilizará el perfil CMYK que hemos configurado y lo anexará al archivo resultante.

Perfil de color de cámara:

Si disparáis en RAW y vuestro software dispone del perfil de cámara apropiado, seleccionadlo, o dejad que lo elija el propio programa si lo hace de forma automática, como por ejemplo Adobe Camera Raw.

Si disparáis en JPG, seleccionad el perfil de color que hayáis configurado en la cámara (sRGB o AdobeRGB).

Perfil de color del monitor:

Si no podemos generar el perfil exacto del monitor con un colorímetro, usaremos el perfil de color estándar que viene con el controlador del dispositivo. Se instala en la carpeta de Windows

C:\Windows\System32\spool\drivers\color

Los perfiles de color de los monitores de consumo que suministran los fabricantes casi siempre son muy parecidos, por no decir idénticos, a sRGB (un estándar de visualización de la industria), salvo que se trate de monitores de alta gama, algunos de los cuales cubren gamas de color similares a AdobeRGB (pero sus precios se disparan por encima del millar de euros).

Seleccionad el perfil de color del monitor en la configuración de gestión de color de vuestro programa de edición. Para saber cuál es, en Windows 10, podemos ejecutar

Configuración > Sistema > Pantalla > Propiedades del adaptador de pantalla > Pestaña Administración del color > Administración del color…

En la pestaña Dispositivos seleccionamos el monitor, y nos mostrará el archivo correspondiente del perfil de color.

Intento colorimétrico para la visualización en el monitor:

Para el caso de monitores normales de consumo, que tienen gamas similares a sRGB, seleccionaremos el intento colorimétrico Perceptual. Si tuviésemos un monitor profesional con gama similar a AdobeRGB, elegiremos Colorimétrico relativo.

Perfil de color de salida:

Es el espacio de color al que se convertirán las imágenes finales editadas que guardamos en nuestro ordenador, en alguno de los formatos usuales: JPG, TIFF, PNG… El programa de edición anexará además ese perfil a la imagen de salida, para que otros programas con gestión de color puedan saber a qué espacio de color está referenciada y la muestren correctamente. Para generar imágenes aptas para su publicación en la web, usaremos sRGB.

Perfil de color para prueba de impresión:

Si usamos una impresora doméstica y no disponemos de un perfil a medida, podemos usar el perfil de color del controlador de la impresora para la prueba de impresión.

Intento colorimétrico para prueba de impresión:

Para impresión doméstica con una impresora de consumo, seleccionaremos el intento Perceptual. Si tenemos una impresora fotográfica de cierta calidad (o vamos a usar un servicio de impresión profesional), y estamos seguros de que nuestra imagen no sobrepasa la gama de destino, el intento Colorimétrico relativo nos proporcionará mayor precisión.

Compensación del punto negro:

Se trata de un método, inventado por Adobe, para esquivar la indefinición existente en las conversiones entre espacios de color a la hora de mapear el color negro. Aquí podéis encontrar más información. Normalmente se puede dejar activado para conseguir negros correctos.

 

Esta página de Adobeeste tutorial y este otro os pueden ayudar a configurar correctamente la gestión de color en Adobe Photoshop.

 

En las siguientes figuras os muestro otros ejemplos de configuración de la gestión de color, de los programas de edición de imágenes GIMP (GNU Image Manipulation Program) y digiKam:

 

Configuración de la gestión de color en GIMP

 

 


Configuración de la gestión de color en digiKam

 

 

Impresión

Para imprimir la imagen con Photoshop en una impresora doméstica, fotográfica o no, usad el papel suministrado por el fabricante, seleccionándolo en las opciones del diálogo de impresión. Tenemos dos opciones de configuración de impresión, mutuamente excluyentes:

1. Desactivar la gestión de color en el controlador de la impresora y configurar Photoshop con la opción Photoshop gestiona el color en la sección Gestión de color del diálogo de impresión. Aquí podéis ver un ejemplo de una impresora Epson, en la que se ha desactivado la gestión de color de la impresora (opción Off (No Color Adjustment)):

 

 

2. Activar la gestión de color en el controlador de la impresora y configurar Photoshop con la opción La impresora gestiona el color en la sección Gestión de color del diálogo de impresión. Aquí podéis ver un ejemplo de una impresora Epson, en la que se ha activado la gestión de color de la impresora (opción ICM):

 


 

La primera opción es mejor si disponemos de un perfil de impresora a medida. Si no es así (el caso más habitual), utilizaremos la segunda opción e imprimiremos directamente usando el controlador de impresora con su gestión de color activada.

Tened cuidado de no activar al mismo tiempo la gestión de color de Photoshop y la de la impresora, pues con toda probabilidad producirá malos resultados.

 

Conclusiones

Aunque la ciencia del color es compleja (porque la visión humana lo es), su aplicación práctica en los sistemas de gestión de color simplifica bastante la consecución de resultados satisfactorios y predecibles, incluso para los fotógrafos aficionados. Para ello no es imprescindible disponer de instrumentación de perfilado, excepto si queremos hacer trabajos profesionales que requieran una gran precisión en el tratamiento del color.

Animaos, configurad y utilizad, en la medida de vuestras posibilidades, la gestión del color de vuestros programas… ¡Vale la pena!

15 julio 2018

Gestión de color para tod@s (I)

 

Por qué es necesaria la gestión del color en el flujo de trabajo digital

Tod@s hemos experimentado alguna vez la sensación de que nuestras fotografías no aparecen en el monitor o la impresora con el aspecto y colorido que tenía la escena original. También es fácil observar que, para una misma imagen, los resultados en pantalla o impresos difieren entre sí, y también entre diferentes marcas y modelos de dispositivos de visualización o impresión.

Podemos preguntarnos: ¿Por qué se producen estas diferencias? Y, yendo un poco más allá: ¿Cómo podemos asegurarnos de que obtenemos siempre resultados uniformes, fieles a los colores originales de la escena, y con la misma apariencia de color, tanto en la pantalla como en el papel impreso?

Este es el objetivo que busca el llamado flujo de trabajo fotográfico con gestión de color, o, simplemente, la gestión del color en fotografía.

En un flujo de trabajo fotográfico sin gestión de color, el color final de una imagen variará en función de qué conjunto o cadena de dispositivos de captación y reproducción de imágenes estemos utilizando para reproducirla: cámara fotográfica, scanner, pantalla, impresora, una máquina de reprografía, etc. Esto se debe, fundamentalmente,

  • a las diferentes tecnologías (sensor de imagen, LCD, LED, inyección de tinta, offset) y métodos de reproducción del color que utilizan
  • a las diferencias en los procesos de diseño y fabricación de los diferentes equipos.

Sin la intervención de la gestión de color, cada cámara fotográfica entregará al ordenador una representación digital diferente para un mismo color real de la escena, y cada monitor o cada impresora mostrarán colores diferentes para los mismos valores digitales de su entrada.

En esta serie de dos artículos intentaré contaros los fundamentos de la gestión de color en fotografía, y su aplicación práctica para nosotros, los aficionados a la fotografía, dejando de lado los aspectos más complejos, que no son imprescindibles para tener una idea general de cómo funciona. He intentado que las páginas de interés cuyos enlaces incluyo estén, en lo posible, en castellano, pero por desgracia muchas están en inglés. Usad Google Translator si es necesario, no queda más remedio.

 

Métodos de reproducción de color: modelos de color

Los monitores usan matrices de píxeles que emiten luz de diferentes intensidades para cada uno de los tres colores primarios (rojo (red, R), verde (green, G) y azul (blue, B)). La suma de esos colores puros genera los diversos colores que el monitor puede reproducir. Este método de reproducción del color es la síntesis aditiva del color o modelo de color RGB. En el dibujo vemos los resultados familiares que producen las sumas de cantidades iguales de dos colores primarios, y también la suma de los tres colores, que produce el color blanco o gamas de grises puros.

Modelo de color RGB

Las cámaras fotográficas y los scanners también usan el modelo de color RGB para crear una representación digital del color de una escena o de un documento, mediante sensores de imagen o fotodetectores separados para cada color primario (R, G, B). Normalmente, la representación digital de cada píxel RGB usa 8 bits (un byte) por cada color primario o canal, o 16 bits (dos bytes) por canal. Cada píxel de la imagen, por tanto, necesitará 24 bits (8 bits por canal) o 48 bits (16 bits por canal) para almacenarse en un archivo de imagen o en la memoria del ordenador.

Las impresoras, por su parte, plasman una fotografía en el papel usando pigmentos de varios colores, normalmente cyan (C), magenta (M) y amarillo (Y), que, a la inversa de los monitores, absorben parte de la luz (la restan del blanco del papel), reflejando el resto. Hablamos de síntesis substractiva del color o modelo de color CMYK. La “K” proviene de que a estos tres colores se añade siempre el negro, para mejorar la calidad de las sombras y los negros en la impresión. Los pigmentos no son perfectos, y aunque en teoría, como vemos en el dibujo, proporciones iguales de los tres colores primarios (C, M e Y) deberían producir negro puro, en la práctica esto no es posible.

Modelo de color CMYK

Algunas consecuencias prácticas de la diferencia entre los modelos de color RGB y CMYK son

  • La gama de colores reproducibles por síntesis aditiva (RGB) es superior a la que se puede reproducir por síntesis substractiva (CMYK).
  • El modelo de color CMYK depende fuertemente del dispositivo (la impresora, sus tintas y el papel utilizado), por lo que no es apropiado para el procesado de imágenes en el ordenador.
  • Debido a lo anterior, en la práctica las imágenes siempre se procesan usando modelos de color RGB u otros modelos relacionados con éste. Sólo al final de la cadena de procesado, en el momento de la impresión, los colores de la imagen a imprimir se convertirán del modelo RGB al modelo CMYK, es decir, a las cantidades apropiadas de los diversos pigmentos que hay que depositar sobre el papel fotográfico. Esta conversión ocurre normalmente dentro de la propia impresora, pero según el caso, puede ser que la haga el software en el ordenador.

 

El flujo de trabajo digital con gestión de color

Imaginemos una cámara que fotografía una escena y produce, para un píxel determinado de la imagen, los valores RGB

R = 131, G = 27, B = 188

¿Qué color real es éste? Para esta cámara particular, podría ser el de la imagen de la izquierda, pero para otra cámara será otro levemente distinto (derecha):

 

 

Ocurre algo similar con una impresora: un mismo trío cualquiera de valores RGB (¡o cuatro valores CMYK cualesquiera, si la impresora trabaja con este modelo de color!) producirá colores distintos en impresoras distintas.

Esto nos muestra que los valores RGB (o CMYK) de una imagen no tienen un significado real si no se relacionan de alguna manera con un sistema “absoluto” de representación del color, entendiendo por “absoluto” que represente los colores verdaderos que percibe la visión humana.

Con el fin de evitar el problema de la dependencia del dispositivo a la hora de captar, representar y procesar el color, el sistema de gestión de color traduce o convierte la imagen, de una gama de colores (que llamamos espacio de color) dependiente del dispositivo de entrada (cámara o scanner) a un espacio de color independiente del dispositivo. Este espacio contiene colores absolutos, es decir, reales, tal como los percibe el ojo humano. Desde esta representación independiente del dispositivo podremos traducir a su vez el color a un espacio de color de salida dependiente del dispositivo (en este caso la impresora o el monitor). Veámoslo en un dibujo:

 

Flujo de trabajo fotográfico con gestión de color

 

En este esquema podemos ver que la imagen captada por un scanner o una cámara, que es dependiente del dispositivo, se traduce a un sistema de representación independiente del dispositivo (espacio de color de trabajo). Esta traducción se realiza mediante un perfil de color.

De manera similar, una imagen que se envía a un monitor o una impresora desde el espacio de color de trabajo será traducida mediante el perfil de color del monitor y de la impresora, respectivamente, al espacio de color del dispositivo de salida en cuestión, de modo que su apariencia sea lo más fiel posible a la de la escena o el documento original captados por los dispositivos de entrada.

 

¿Qué es, en realidad, un perfil de color?

Un perfil de color ICC es un archivo del ordenador, con extensión .ICM o .ICC, que contiene las instrucciones de traducción, ya sea desde un dispositivo de captación al espacio de color de trabajo, o desde éste a un dispositivo de reproducción. Por decirlo así, es la pieza que ajusta o corrige las imperfecciones de los diversos dispositivos en la captación o reproducción del color real. Para poder efectuar un flujo de trabajo con gestión de color, hay que disponer del perfil de color de cada dispositivo.

Dado que el aspecto del color de un sujeto también depende del color de la luz que incide sobre él (en particular, de la temperatura de color de esa luz, medida en kelvins, K), en teoría cada perfil de color ICC generado sólo sería válido para luz de una temperatura de color determinada. A cada uno de estos tipos de luz estandarizados lo llamamos “iluminante”. Por ejemplo, el iluminante “luz de día estándar” (6500 K), con luz predominantemente blanca, es diferente del iluminante “luz de tungsteno” (2700-3300 K), que tiene una dominante rojiza. No obstante, el sistema de gestión de color es capaz de adaptar la conversión que realiza el perfil de color a otras temperaturas de color de la escena mediante cálculos matemáticos (entre otras, la llamada “transformación de Bradford”).

Existe otro tipo de perfiles de color para cámaras fotográficas, que forma parte de la especificación del formato RAW DNG de Adobe. Se llaman “DNG Camera Profiles”, y son archivos del ordenador con extensión .DCP. Entre otras ventajas, los perfiles DCP pueden crearse para más de un iluminante, es decir, pueden contener datos de corrección del color para dos temperaturas de color de la luz de la escena. Los programas de edición pueden, además, “interpolar” estos datos si la temperatura de color de la escena es otra diferente.

Los perfiles de color ICC se incrustan o anexan a los datos de las imágenes digitales, con el fin de que los sistemas de gestión de color incorporados a los programas de edición (y también a los sistemas operativos de ordenador, como Windows 10) sepan a qué espacio de color está referenciada una imagen. De esta manera el software sabe cómo interpretar los números RGB (o CMYK, si es el caso) contenidos en el archivo de imagen digital, y puede realizar las conversiones necesarias entre espacios de color.

 

¿Qué es el espacio de color de trabajo?

Es un sistema de representación digital del color en el ordenador, que no depende de ningún dispositivo de captación o reproducción. Como indica su nombre, todo el procesado digital que efectúan los programas de edición se realiza en el espacio de color de trabajo.

Una característica importante de un espacio de color de trabajo es su extensión, es decir, la cantidad de colores que puede albergar, también denominada gama de color o gamut. Existen varios espacios de color de trabajo, entre los que podemos citar los más utilizados: sRGB, AdobeRGB o Kodak ProPhoto RGB. El siguiente diagrama os puede dar una idea aproximada de las gamas de color que cubre cada uno, teniendo en cuenta que la figura exterior en forma de herradura encierra todos los colores que puede percibir el ojo humano. (Observad que el espacio de trabajo Kodak ProPhoto RGB es capaz de contener algunos colores que el ojo humano no puede percibir).

 
 Comparación de varios espacios de trabajo

 

¿Qué espacio de trabajo elegiremos?

Para un trabajo mínimamente serio en fotografía digital, no es recomendable usar sRGB como espacio de trabajo, pues su pequeño tamaño producirá casi con toda seguridad la pérdida de algunos colores, en especial los más saturados, como se intuye observando el diagrama. El espacio de color sRGB es apropiado para la publicación de imágenes en la web (ya que la mayoría de monitores de ordenador se diseñan para adaptarse a este espacio de color estándar), pero no para impresión de alta calidad.

La mayoría de los fotógrafos que trabajan con color gestionado usan AdobeRGB como espacio de trabajo. Lo desarrolló Adobe Systems en 1998 con el objetivo de reproducir lo mejor posible el espacio CMYK, es decir, está orientado a la impresión. Es bastante más extenso que sRGB, lo que proporciona espacio suficiente para que los cambios de colores de la imagen producidos durante la edición digital puedan caber en él con relativa comodidad.

No obstante, Bruce Fraser, uno de los mejores expertos mundiales en gestión de color, recomienda el uso de Kodak ProPhotoRGB, pues su gamut, aún más extenso que AdobeRGB, se ajusta mejor a las enormes gamas de color generadas por los sensores de las cámaras actuales. También ayuda a reproducir mejor las imágenes en impresoras de alta calidad, capaces de plasmar colores muy saturados que quedan fuera de la gama de AdobeRGB. Pero cuidado: en un espacio de trabajo tan grande se pueden crear durante la edición “colores de ciencia ficción” que están totalmente fuera de la gama de muchos dispositivos de salida… y del buen gusto. Así que… cuidemos la edición para evitarlo.

Un aspecto menos evidente relacionado con el uso de espacios de trabajo grandes, y en general, con el tratamiento digital del color, es que necesitamos poder representar numéricamente todos esos colores en el ordenador. Como las imágenes de 8 bits sólo pueden representar cada color primario con un número de 0 a 255, un número tan pequeño de valores posibles unido a una gama muy extensa de colores puede producir saltos bruscos de color, que aparecen en la imagen como “bandas” (banding, en inglés), también llamadas posterización. En cambio, trabajando con imágenes de 16 bits, tendremos un rango de valores digitales para cada color primario de 0 a 65535, lo que ayudará mucho a evitar este problema. Incluso existen programas de edición que en lugar de utilizar internamente números enteros para representar la imagen, usan números “de coma flotante” (la llamada notación científica), como por ejemplo 2.34651987·10². Este formato de números proporciona mucha mayor precisión y es mucho menos sensible a los inevitables redondeos generados durante los cálculos. El precio a pagar es que necesitan más memoria para almacenarlos: típicamente se utilizan números de coma flotante de 32 bits, cosa que dobla las necesidades de memoria con respecto a los números enteros de 16 bits.

La conclusión es: aseguraos de que vuestro software de edición trabaja siempre con 16 bits. Y si es de los que usa números de coma flotante, y tenéis mucha memoria en vuestro ordenador… mucho mejor.

 

¿Qué ocurre cuando una imagen se convierte a uno de los espacios de color de salida?

Como hemos visto, en el camino digital que recorre una imagen desde que es captada hasta que se visualiza o imprime, se producen conversiones desde el espacio de color de trabajo a los espacios de color de salida:

  • desde el espacio de trabajo al espacio de color del monitor, o bien:
  • desde el espacio de trabajo al espacio de color de la impresora.

Estos espacios de color suelen tener tamaños (gamuts) diferentes. En general, excepto algunos equipos de gama alta, los espacios de color de los monitores o las impresoras suelen ser más pequeños que el espacio de trabajo. En consecuencia, se necesitan métodos para “mapear” un color del espacio de origen a un color lo más aproximado posible en el espacio de destino.

Existen cuatro métodos, que se llaman intentos colorimétricos (“colorimetric intents” o “rendering intents”, en inglés):

  • Perceptual. Convierte un color origen al más aproximado en destino, comprimiendo la gama si es más pequeña y expandiéndola si es mayor, aunque produzca colores inexactos.
 

 

Intento colorimétrico perceptual

  • Colorimétrico relativo. Asegura la correspondencia entre los colores origen y destino que estén dentro de la gama de destino, pero recorta los que están fuera de ella al color más cercano reproducible. Si el espacio destino es más pequeño, estos últimos colores se pierden irreversiblemente. Si es más grande, el resultado será más preciso que con el intento perceptual.
 

 

Intento colorimétrico relativo

  • Colorimétrico absoluto. Similar al intento colorimétrico relativo, pero preserva el punto blanco. No usado en fotografía.
  • Saturación. Trata de preservar la pureza de los colores en gráficos de ordenador, cuando se convierten a espacios de color de destino más grandes que el espacio origen. No usado en fotografía.

Los programas de edición permiten seleccionar uno de estos intentos colorimétricos en su configuración de gestión de color. ¿Cuál utilizaremos, perceptual o colorimétrico relativo? Depende de si la imagen tiene o no muchos colores muy saturados, y de los tamaños relativos de los espacios de origen y destino. Ante la duda… en fotografía, salvo que estemos muy seguros de lo que hacemos, lo mejor es usar el intento colorimétrico perceptual. Este intento, aunque puede desaturar algo la imagen, asegurará que las relaciones entre los colores resultantes se mantengan, a pesar de que se comprima la gama de salida, cosa que el ojo humano tolera muy bien. Si el espacio de destino es comparable al de origen (es decir, hay pocos colores fuera de la gama destino) y/o si nuestra imagen no tiene muchos colores saturados, nos plantearemos el uso del intento colorimétrico relativo.

 

¿Cómo se obtienen los perfiles de color de los dispositivos?

Los fabricantes de monitores e impresoras entregan con sus equipos un archivo de perfil de color estándar, que está incorporado en el controlador o driver del dispositivo. Como veremos más adelante, a menudo estos perfiles son suficientes para obtener una reproducción del color bastante correcta, y la mayoría de nosotros los utilizaremos habitualmente. Ahora bien, si se quiere obtener la máxima precisión en la reproducción del color, es necesario perfilar nuestro monitor o impresora (es decir, generar un perfil de color exacto para ese monitor o impresora concretos) con equipos y software especializados.

Además, en el caso de las impresoras, el resultado variará en función del papel fotográfico utilizado, por lo que el perfil a generar debe tener en cuenta el conjunto de la impresora, las tintas y el papel. Por esta razón, normalmente el perfil de color del controlador de la impresora sólo será razonablemente correcto si usamos los tipos de papel que suministra el propio fabricante.

Si no tenemos una impresora de alta calidad y los medios técnicos para generar el perfil apropiado para ella y para el papel elegido, lo mejor es recurrir a un servicio de impresión fotográfica profesional, donde probablemente nos proporcionen el perfil de color de su cadena de impresión.

A continuación os mostraré cómo se generan los perfiles de color exactos de los diversos dispositivos de la cadena de color.

Monitor

Los monitores necesitan dos procesos de ajuste para que reproduzcan fielmente el color: primero se realiza la calibración y a continuación el perfilado.

¿Qué es calibrar un monitor? Es llevarlo a un estado conocido (y deseable) de funcionamiento. Esto requiere cambiar determinados controles en el propio monitor.

¿Qué es perfilar un monitor? Es generar un perfil de color exacto que describa (y corrija) el comportamiento de un monitor ya calibrado a la hora de reproducir el color.

Este enlace os puede ayudar a comprender un poco más en detalle la diferencia entre ambos procesos.

Para calibrar y perfilar un monitor con precisión se utiliza un instrumento llamado colorímetro, capaz de medir los colores reales en pantalla. Aquí os muestro uno en acción.



Colorímetro para calibrar y perfilar un monitor

El software del colorímetro ayuda primero al usuario a calibrar el monitor mediante un asistente, que le permite ajustar los controles del monitor. Después de calibrar, como podéis ver en la imagen, el software presenta en pantalla diferentes colores, que son captados por el instrumento y comparados internamente con colores de referencia. Las diferencias detectadas son incorporadas después al perfil de color de monitor generado por el programa.

Impresora

En el caso de las impresoras, como hemos comentado, el perfil de color que hay que generar deberá corregir, no sólo los “defectos de reproducción del color” de la impresora, sino del conjunto de la impresora y el papel fotográfico utilizado, ya que cada papel produce resultados diferentes con la misma impresora.

Para perfilar una impresora con precisión se utiliza un instrumento llamado espectrofotómetro, que es capaz de medir con exactitud el color que refleja el material impreso. Con la gestión de color desactivada en el ordenador, para que ésta no falsee el resultado (algo de lo que suele ocuparse el propio software de perfilado), se imprime en el papel elegido una imagen especial, llamada carta de color (“color target”, en inglés), similar a la de la imagen siguiente:

 

Carta de color para perfilado de impresora

A continuación, se van “leyendo” los diferentes colores de la carta de color mediante el espectrofotómetro, guiados por el software que lo acompaña, como os muestro en la siguiente imagen:

 

Lectura de la carta de color con un espectrofotómetro

Finalmente, el software calcula las diferencias entre los colores leídos en la carta y los de referencia, y genera un perfil de color exacto para la combinación de impresora, tintas y papel.

Cámara

Sólo necesitaremos perfilar nuestra cámara si disparamos en formato RAW y deseamos obtener un perfil exacto. El perfilado de una cámara se hace con una carta de color especial, o “target”, y un software incluido, que lee una fotografía en formato RAW de la carta de color realizada con la cámara, y genera un perfil de color a medida. La fotografía de la carta de color debe hacerse con la luz ambiental en la que se deban hacer las fotografías posteriores; por ejemplo, luz de mediodía.

Aquí podéis ver una carta de color para el perfilado de una cámara:

 

Carta de color para perfilado de cámara

No obstante, si trabajáis en formato RAW con Adobe Photoshop y Adobe Camera Raw, éste último ya tiene incluidos los perfiles de color DCP de un gran número de cámaras, que serán detectadas automáticamente, así que seguramente no tendréis que preocuparos de perfilarla.

En otros casos, dependerá del programa de edición de que se trate. Yo trabajo en formato RAW y utilizo un programa de revelado libre y de código abierto, Raw Therapee. Este software tiene incorporados perfiles de cámara DNG (archivos DCP) para alrededor de un centenar de cámaras, donados por la comunidad de software libre, y se están generando continuamente perfiles DCP para nuevas cámaras. El software detecta la cámara a partir de los metadatos de la imagen, y selecciona automáticamente el perfil DCP apropiado.

Si trabajáis en JPG, normalmente las cámaras réflex y EVIL (cámaras sin espejo) de aficionado o superiores permiten seleccionar en qué espacio de color estándar se generarán las imágenes JPG. Muchos modelos ofrecen sRGB o AdobeRGB. En el momento de la toma, la cámara anexa el perfil de color elegido a los datos de la imagen, para que el software de edición sepa cómo interpretarlos. Si queréis conservar un mayor número de colores ya en la propia toma JPG (porque tenéis la intención de imprimir la imagen), elegid AdobeRGB. Si además tenéis configurado también AdobeRGB como espacio de trabajo en el programa de edición, al cargar la imagen no será necesaria la conversión y no se perderán colores. Pero a la hora de visualizar la imagen en programas sin gestión de color, tales como navegadores web, tened en cuenta que la imagen no estará referida al espacio de color del monitor (que es, aproximadamente, sRGB), por lo que podría tener una apariencia desvaída. Ni caso. La imagen final siempre deberá obtenerse convirtiéndola al espacio de color del dispositivo de salida (sRGB si es para publicarla en la web, por ejemplo) con el software de edición.

 

Prueba de impresión (soft proofing)

Mientras editamos nuestra imagen en el ordenador y la preparamos para imprimirla, ahora que sabemos que nuestra impresora puede tener más limitaciones para representar el color que nuestro monitor, nos preguntamos: ¿cómo quedará realmente la impresión final? Si queda mal, ¿tendré que reajustar mi imagen y volver a imprimir?

Los programas de edición suelen ofrecer una solución para esto, que se llama prueba de impresión (“soft proofing” en inglés). Pulsando un botón o activando la opción correspondiente en la configuración de gestión de color del programa, éste aplica el perfil de color de la impresora antes de mostrar la imagen en la pantalla, para que podamos ver el aspecto real que tendrá una vez impresa. Evidentemente, para poder hacerlo tenemos que tener configurada la gestión de color y seleccionado un perfil de prueba de impresión.

De la misma manera que para la visualización en pantalla, también existe una opción de la prueba de impresión para seleccionar con qué intento colorimétrico se realizará (“proofing rendering intent”). Salvo que se trate de impresoras con gamuts extensos, normalmente elegiremos Perceptual, como hemos explicado anteriormente.

Finalmente, los programas también suelen disponer de una opción que marca con colores diferentes los colores de pantalla que quedan fuera de la gama de la impresora y del monitor (“out of gamut warning”). Nos puede servir para ver si “nos hemos pasado” con las correcciones de color en algún paso de la edición, como el aumento de la saturación.

Aquí podéis ver un ejemplo de soft proofing de una imagen en el editor GIMP, que muestra los colores fuera de gama:

 

Imagen con soft proofing y gamut warning activado

 

Continuará…

En el próximo artículo os explicaré cómo configurar lo mejor posible la gestión de color, enfocándolo a la situación más habitual en la mayoría de nosotros, los aficionados: que no disponemos de equipos de calibración y perfilado exactos de cámaras, monitores e impresoras. Para esto aprovecharemos el software de calibración visual del monitor que acompaña al sistema operativo, así como los perfiles de cámara DCP de Adobe Camera Raw y los perfiles de color ICC estándar de los drivers de los dispositivos. Finalmente, comentaremos las opciones para impresión de calidad con impresoras fotográficas, y cómo se utiliza cada una desde Adobe Photoshop.